jueves, 14 de enero de 2016

Contaminación fluvial



Definición del problema:

La contaminación hídrica o contaminación del agua es una modificación de esta, generalmente provocada por el ser humano, que la vuelve impropia o peligrosa para el consumo humano, la industria, la agricultura, la pesca y las actividades recreativas, así como para los animales.1 Aunque la contaminación de las aguas puede provenir de fuentes naturales (como la ceniza de un volcán),2 la mayor parte de la contaminación actual proviene de actividades humanas. El desarrollo y la industrialización suponen un mayor uso de agua, una gran generación de residuos, muchos de los cuales van a parar al agua y el uso de medios de transporte fluvial y marítimo que en muchas ocasiones, son causa de contaminación de las aguas. Las aguas superficiales son en general más vulnerables a la contaminación de origen antropogénico que las aguas subterráneas, por su exposición directa a la actividad humana. Por otra parte una fuente superficial puede restaurarse más rápidamente que una fuente subterránea a través de ciclos de escorrentía estacionales. Los efectos sobre la calidad serán distintos para lagos y embalses que para ríos, y diferentes para acuíferos de roca o arena y grava.













Origen del problema:

Generalmente, la contaminación del agua se produce a través de la introducción directa o indirecta en los acuíferos o cauces de agua (ríos, mares, lagos, etc) de diversas sustancias que pueden ser consideradas como contaminantes. Los ecosistemas tienen la capacidad de limpiarse si reciben pequeñas cantidades de contaminantes, y retomar el equilibrio. El problema comienza cuando los contaminantes superan la capacidad de absorción del sistema.
Existen dos formas principales de contaminación del agua:
Una de ellas tiene que ver con su ciclo natural, durante el que puede entrar en contacto con ciertos constituyentes contaminantes (como sustancias minerales y orgánicas disueltas o en suspensión) que existen en la corteza terrestre, la atmósfera y en las aguas.













Ejemplos de contaminación en España:

Una gran parte de los ríos españoles está contaminada. En algunas provincias, como Vizcaya, la situación es dramática porque la mitad de los cursos fluviales principales contiene elevada carga contaminante. En general, las cabeceras de los ríos españoles presentan muy poca o nula contaminación debida a vertidos urbanos o agropecuarios, que son controlados por el poder autodepurador del curso del agua; los cursos medios sufren ya vertidos no sólo de tipo orgánico, sino industriales, a veces tóxicos, y las aguas están deterioradas de tal manera que sólo actuaciones urgentes y amplias pueden recuperarlos; por último, los cursos bajos alcanzan grados muy importantes de contaminación.

En la cuenca del Duero los problemas son  derivados de las actividades agrícola y ganadera, la industria localizada en los polos de desarrollo de Burgos y Valladolid y la expansión de las urbanizaciones en las estribaciones norte de la cordillera Central. En general, la parte alta de las subcuencas de los afluentes al Duero no presentan problemas. El Pisuerga es el que más índice de contaminación presenta y hay que prestar cuidado a las cabeceras del Adaja y Eresma.












Consecuencias:


Como sabemos, esa contaminación del agua puede llevar a la contaminación de los ríos, a la contaminación de los mares, o incluso a la de lagos, embalses, presas… A fin de cuentas, todo aquello que contenga agua. Esta contaminación afecta para empezar a la fauna y a los diferentes seres vivos que pueden vivir en la misma. De esta forma los productos contaminantes se introducen en la cadena alimenticia, y van invadiendo la misma hasta llegar a los eslabones superiores, es decir, nosotros. Al alimentarnos de los seres vivos que viven en el agua contaminada, como por ejemplo el pescado y el marisco, ingerimos y acumulamos las toxinas que ellos consumieron, lo que tiene consecuencias fatales a largo plazo, como la aparición de enfermedades como alergias, o incluso cáncer. Además se acumulan más nutrientes cuanto más arriba estamos en la cadena alimenticia, es decir, nosotros acumulamos muchas más toxinas durante nuestra vida que el resto de organismos. De hecho, estudios recientes muestran que los españoles tenemos en la sangre diez veces más mercurio que los alemanes, debido al mayor consumo de pescado en España



Posibles soluciones:

Practicar la agricultura ecológica, la agricultura ecológica basa el control de las plagas y enfermedades en conseguir un equilibrio en la parcela que impida la proliferación de los patógenos a niveles que causen daños. Se procura la mayor diversidad posible, se potencia la presencia de enemigos naturales de las plagas, se realizan asociaciones y rotaciones de cultivos y se selecciona las variedades más rústicas y adaptadas a la zona. Cuando es necesario realizar algún tratamiento se emplean productos naturales que resulten inocuos tanto para el medio ambiente como para la salud de las personas y se degradan rápidamente en sustancias que no presentan ningún riesgo. Emplear métodos de control biológicos físicos y culturales: Actualmente existen en el mercado diversos tipos de trampas con las que capturar las plagas, medida que en algunos casos puede ser suficiente. En otros casos el control de una plaga puede realizarse a través de labores culturales como el laboreo, el riego o la poda. Mantener los equipos de tratamiento limpios y en buen estado, ser prudentes durante el transporte, lleno y limpieza de los equipos y extremar las precauciones al tratar cerca de ríos y lagos, pues si hace viento este puede arrastrar parte del producto llevándolo hasta los cauces de agua.